274. Bi-birth!

Lo primero de todo: ¡Felicidades a darkon y Augusto! Hoy no estoy muy inspirada para dedicaros la entrada, estoy un poco ida; de todas formas, ahí tenéis un regalito. Espero que os guste. Como algunos se quejaban de que siempre utilizaba personajes manga, he experimentado un poco a ver qué pasa, como los vanguardistas que me he tenido que estudiar. No os he visto conectados a ninguno de los dos, así que ya me contaréis cómo lo habéis pasado y todo eso. Aunque a darkon ya me lo imagino.

Miranzo, los comentariazos te los respondo mañana. Los leí ayer, pero para responderlos tendría que releerlos detenidamente, y hoy he tenido un par de horas ajetreadillas en clase que quiero contar. Lo mismo digo a los demás.

En Educación Física, la mayoría de los niños han cogido unas flores que había en un árbol, o algo así. En Matemáticas, le han puesto unas cuántas al tutor, y en la pizarra han escrito frases del tipo "te queremos mucho". Cuando ha entrado, se ha reído, ha ido hasta la mesa y al ver las flores ha soltado de broma: "Soy alérgico". Y todos aplaudiendo. Qué risa, por Dios. Algunos hasta han dicho, ¡quiero un hijo tuyo! Luego, de vez en cuando les daba por aplaudir sin motivo. También había unos lanzando avioncitos de papel. Uno lo ha lanzado hacia delante mientras el profesor estaba de espaldas, y ha caído justo detrás de él. Al girarse ha preguntado, ¿quién es el presidente de Iberia? Otro puñado de risas.
La parte que no me ha gustado tanto ha sido en Física. Al principio bien. Todo era igual: las flores en la mesa, frases bonitas en la pizarra. Éste, al entrar, se ha reído y las ha borrado directamente. Por un momento parecía que se hubiera emocionado de verdad. Ha empezado a sermonearnos con que el cariño hay que demostrarlo atendiendo y todo eso. Luego, mientras corregía un examen en la pizarra, han seguido con los avioncitos. El profesor ha visto cómo le llegaba un avión a uno y lo cogía. Entonces le ha dicho al chico que le iba a poner un punto negativo, que le dijera el número de lista. Él se ha intentado justificar con que se lo habían lanzado, pero otro que tengo cerca le ha dicho en voz alta el número al profesor. Todavía no tengo claro por qué, pero el que recibió el avión no cae precisamente bien; además, ha tenido un problema en la mano hasta hace poco y no ha hecho casi nada. Entonces le he dicho al delator, ¿pero qué haces? Y hemos empezado a discutir. Él decía, que se fastidie, que lleva mucho tiempo sin hacer nada y ya va siendo hora de que lo castiguen, o algo así. Yo le respondía, pero tú no tienes por qué meterte en eso. Le he preguntado, ¿y si te hubiera hecho él eso a ti, qué?, y me contesta, pues vale, le pego una paliza. Qué bruto. Luego me dice otro, entonces, si yo le pido la hora a él (el que ha gritado el número) y me la dices tú, lo estás haciendo mal, ¿no? A lo que respondí, no, porque te estoy ayudando. Y dice, pues nosotros estamos ayudando a ese señor (el profesor). Y yo, sí, pero yo no perjudicaría a nadie si te digo la hora. Me da pena que sean tan crueles algunas veces. Además, el profesor no tenía que haberlo castigado a él, sino haber preguntado quién lanzó el avión, porque lo único que consigue es que los niños lancen los aviones rápido para despenderse de ellos, ya que como el profesor los vea con el avión, les va a bajar la nota. De hecho, a mí me llegó uno, y el profesor se giró justo en ese momento, pero lo intenté esconder rápido, porque me podía pasar lo mismo y no sé si lo habría consentido. El que acusó al otro me dijo, ahora seguro que lo pondrás en tu blog. Y yo, ya estamos con el blog. No sé si lo habría puesto si no me hubiera dicho eso. Aunque imagino que sí. ¿Qué pensáis? Otro me dijo que en parte se merecía el negativo porque seguro que lo iba a lanzar. No creo que presuponer sea bueno en ese caso; yo no lancé el avión que me mandaron, ni lo habría hecho aunque me hubiera llegado antes del castigo.

¿Sabías que...?
La persona más longeva de toda la historia comprobada por la ciencia hasta el día de hoy fue es Jeanne Calment, una ciudadana francesa que vivió 122 años y 164 días. Otra supercentenaria fue Ana María Pérez González, mujer mexicana que conoció a 266 descendientes: 4 hijos, 30 nietos, 122 biznietos, 105 tataranietos y 5 choznos (nietos de cuarta generación). La persona viva más longeva del mundo en el Libro Guiness de los Récords es actualmente Eugénie Blanchard, otra francesa.


La pregunta de hoy es:
¿Se puede dar el tiempo?

No importa que te amen o te critiquen, te respeten, te honren o te difamen, que te coronen o te crucifiquen; porque la mayor bendición que hay en la existencia es ser tú mismo.