318. Bash

Por una parte, me gustaría que fuera en verano, para poder invitar a mis amigos a la piscina. Por otro, me parece bien que sea más o menos a principios de año, y en más de una ocasión me lo he pasado genial sin necesidad de bañarme.

Supongo que no eran tan difíciles. ¡Suerte con los exámenes!

Aquí siempre ocurre lo mismo. Estaba yo nadando, y de pronto veo la puerta de par en par.
- ¿Qué ha pasado?
- El autobús ha roto la puerta.
Lo conducía una mujer. Al final va a tener razón quien me aseguró que las mujeres son muy torpes conduciendo. Por lo menos, ha sido sensata y no se ha largado para evitar pagar los desperfectos. Ya es algo. Lo malo es que no vengan pronto a arreglar la puerta y no podamos irnos de vacaciones. No quiero ni pensarlo.

Nuevo trozo de historia. No avanza mucho, a ver si le doy un empujón. Tengo más tiempo libre, pero lo utilizo también para otras formas de ocio y me acaba sucediendo lo de siempre: que escribo a las tantas.


Claudia subió a su habitación y llamó rápidamente al móvil de su hermana con el teléfono nuevo que se había comprado en uno de sus paseos matutinos. Mónica tardó en descolgar, ya que no conocía el nuevo número.
- ¿Sí?
- ¡Mónica! ¡Soy yo, Claudia!
- ¡Claudia! ¡Por fin! Ya empezábamos a preguntarnos si te había pasado algo. Papá y mamá están preocupados por ti.
- ¿Estás en casa ahora?
- No, pero volveré en un rato.
- Bueno, cuando los veas les dices que estoy bien, porque creo que no podré hablar con ellos en un tiempo. Y, contigo, a lo mejor tampoco.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Buf, es una historia muy larga. El caso es que el de los correos no era mi padre, sino Mark...
- ¿Mark? -la interrumpió, algo alterada y desconfiada.- ¿Quién es ese? Al final no era tu padre... La verdad es que era poco probable, pero por probar...
- Ya -respondió, algo triste, recordando la escena del encuentro.- Era un amigo de mis padres. Me ha explicado por qué me mintió, y aún no estoy segura de que sea cierto lo que me ha contado, pero debo averiguarlo. Así que tengo que ir con él, y no sé si habrá cobertura en el sitio al que iremos ni cuánto tiempo permaneceremos allí.
- ¿Sabes lo que haces? ¿No será peligroso?
- No creo. De todas formas, creo que podré arreglármelas. Bueno, he de colgar ya. Espero que podamos volver a hablar pronto, ¿vale? Adiós.
- Adiós. Oye, espera, ¿qué es lo que te ha con...?
Pero Claudia ya había terminado la llamada y se disponía a reunirse con Mark. Recogió y ordenó un poco su parte de la habitación, y bajó las escaleras.


Sé que escribo demasiada conversación; a ver si empiezo a practicar un poco con las descripciones y narro más prescindiendo de los diálogos.

¿Sabías que...?
Una persona parpadea aproximadamente 25 mil veces por semana.


La pregunta de hoy es:
¿Prefieres manipular o ser manipulado?

Ya no tengo fuerzas para protegerte.