sábado, 17 de abril de 2010

267. Soup

En realidad no sé si podría perder algo o no. A veces, tengo la sensación de que no merece la pena. Otras, de que acabaré haciendo daño a otra persona o a mí misma. Además, lo de ser "tonto" de bueno no me atrae. Lo que hacen es aprovecharse de ti cada vez más. Y, sí, ya me dicen que nunca hablo. De todas maneras, normalmente no es porque no quiera, sino porque no entiendo de lo que hablan o no le veo interés. Lo cierto es que todo esto es un poco difícil de explicar. Hay momentos en que empiezo a sentir que he olvidado cómo se da uno a los demás.
¿Medio pájaro en mano? Pobrecito, ¿vas a hacer como Salomón con el bebé?

Aquí un cuentecito con moraleja (alguna vez me enseñaron que se llamaban fábulas, pero para mí en ellas son los animales personificados los protagonistas).


En un pequeño pueblo, una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer.
-Lo siento -dijo ella-, pero ahora mismo no tengo nada en casa.
-No se preocupe -dijo amablemente el extraño-. Tengo una piedra de sopa en mi cartera; si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande, por favor.
A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto a sus vecinas. Cuando el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver al extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una cucharada con verdadera delectación y exclamó:
- ¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.
- Yo tengo algunas en mi cocina -gritó una mujer. En pocos minutos regresó con una gran fuente de patatas que fueron derechas al puchero. El extraño volvió a probar el brebaje, y añadió pensativo:
-Si tuviésemos un poco de carne haríamos un cocido de lo más apetitoso...
Otra ama de casa salió zumbando y regresó con un gran pedazo de carne que el extraño, tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo:
- ¡Ah, que sabroso! Pero si tuviésemos unas pocas verduras sería perfecto...
Una de las vecinas fue corriendo a su casa y regresó con una cesta de cebollas y zanahorias. Después de introducirlas en el puchero, el extraño probó, de nuevo, el guiso y, con tono autoritario, dijo:
- ¡Sal!
Al punto, la dueña de la casa proporcionó dicho ingrediente.
A continuación, el extraño dió otra orden:
-¡Platos para todo el mundo!
La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunos regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron todos a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todos se sentían extrañamente felices mientras reían, charlaban y compartían, por primera vez, su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló, silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellos podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.


¿Sabías que...?
Uno de los gentilicios de Burgos es burgués. Algunos gentilicios extraños de España son: lerense (Pontevedra), norbiense (Cáceres) y saldubense o cesaraugustano (Zaragoza).


La pregunta de hoy es:
¿Crees que se podrá controlar el tiempo?

Se acerca el final, mi triste final.

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